La hormiguita estaba asustada, se había perdido del resto de sus compañeras y se sentía muy sola.
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- ¡Qué mala suerte tengo! Me han abandonado – decía llorando, sin dejar de buscar por un lado y por otro.
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Pasó por allí una lagartija y le preguntó:
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- ¡Qué mala suerte tengo! Me han abandonado – decía llorando, sin dejar de buscar por un lado y por otro.
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Pasó por allí una lagartija y le preguntó:
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- ¿Por qué lloras?
- Estoy perdida, el resto de mi grupo se ha ido y no las encuentro, tengo mucho miedo porque no sé volver a casa yo sola.
- No te preocupes, las encontraremos. ¡Ven conmigo!
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La hormiguita, como era tan pequeña, se subió encima de la lagartija.
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- Vamos a dar una vuelta por el campo a ver si alguien las ha visto pasar.
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Llegaron a un arroyo y una rana les preguntó:
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- ¿Dónde va una hormiga encima de una lagartija?
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La lagartija le contó que la hormiguita estaba muy asustada porque no encontraba a sus compañeras y ella quería ayudarla.
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- Yo también quiero ayudar, subid las dos encima de mí, vamos a ir por la orilla del río a ver si alguien las ha visto pasar, pero no llores más, ya verás como entre la lagartija y yo las encontramos.
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La hormiguita, subida encima de la lagartija, estaba entusiasmada del paisaje que veía, pero ahora que la lagartija se había subido encima de la rana, no os podéis imaginar cómo se sentía.
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- ¡Qué de cosas veo desde aquí! ¡Qué grande es todo! – decía abriendo los ojos de para en par, asombrada. Ya no lloraba y su miedo estaba desapareciendo al darse cuenta de que los animales con los que se encontraba querían ayudarla. Eso la hacía sentirse mejor.
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- ¿Adónde va una hormiga subida encima de una lagartija y subidas las dos encima de una rana? – preguntó la tortuga.
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Y le contaron la historia.
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-Yo también quiero ayudar, subid lastres encima de mi caparazón, que yo sé dónde pueden estar las hormigas.
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- Pero tú eres muy lenta – le dijo la lagartija.
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- Pero soy muy vieja y por lo tanto muy sabia, yo sé las costumbres de cada uno de los animales que se encuentran por los alrededores, por eso creo que puedo ayudarla a encontrar su hormiguero.
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La hormiguita estaba fascinada, no podía ni hablar de la emoción. Nunca había visto tantas cosas como las que veía desde encima de la lagartija, la rana y el caparazón de la tortuga: el río, los campos llenos de flores, las montañas, las casas a lo lejos… No podía imaginar que el mundo fuera tan grande.
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“Si mis compañeras vieran esto”, pensó sintiendo un poco de pena, pero ya nada de miedo porque todos los animales con los que se encontraba querían ayudarla a buscar a sus compañeras. Pensó también lo divertido que era ir encima de una lagartija que iba encima de una rana que iba encima de una tortuga. “Si me vieran aquí subida…”
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Al pasar por el camino encontraron una hilera de hormigas y la tortuga preguntó:
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- ¿Acaso estáis buscando a una de vuestras compañeras?
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- Sí, sí – contestaron llorosas -, se nos ha perdido hace un rato y no queremos volver a casa sin ella, la pobre estará muy asustada y… ¿Por qué llevas encima de tu caparazón a una rana? ¿Y por qué esta rana lleva encima una lagartija? ¿Y por qué esta lagartija lleva encima a una… ¡compañera!?
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No se podían creer lo que estaban viendo.
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- Estoy perdida, el resto de mi grupo se ha ido y no las encuentro, tengo mucho miedo porque no sé volver a casa yo sola.
- No te preocupes, las encontraremos. ¡Ven conmigo!
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La hormiguita, como era tan pequeña, se subió encima de la lagartija.
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- Vamos a dar una vuelta por el campo a ver si alguien las ha visto pasar.
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Llegaron a un arroyo y una rana les preguntó:
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- ¿Dónde va una hormiga encima de una lagartija?
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La lagartija le contó que la hormiguita estaba muy asustada porque no encontraba a sus compañeras y ella quería ayudarla.
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- Yo también quiero ayudar, subid las dos encima de mí, vamos a ir por la orilla del río a ver si alguien las ha visto pasar, pero no llores más, ya verás como entre la lagartija y yo las encontramos.
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La hormiguita, subida encima de la lagartija, estaba entusiasmada del paisaje que veía, pero ahora que la lagartija se había subido encima de la rana, no os podéis imaginar cómo se sentía.
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- ¡Qué de cosas veo desde aquí! ¡Qué grande es todo! – decía abriendo los ojos de para en par, asombrada. Ya no lloraba y su miedo estaba desapareciendo al darse cuenta de que los animales con los que se encontraba querían ayudarla. Eso la hacía sentirse mejor.
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- ¿Adónde va una hormiga subida encima de una lagartija y subidas las dos encima de una rana? – preguntó la tortuga.
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Y le contaron la historia.
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-Yo también quiero ayudar, subid lastres encima de mi caparazón, que yo sé dónde pueden estar las hormigas.
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- Pero tú eres muy lenta – le dijo la lagartija.
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- Pero soy muy vieja y por lo tanto muy sabia, yo sé las costumbres de cada uno de los animales que se encuentran por los alrededores, por eso creo que puedo ayudarla a encontrar su hormiguero.
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La hormiguita estaba fascinada, no podía ni hablar de la emoción. Nunca había visto tantas cosas como las que veía desde encima de la lagartija, la rana y el caparazón de la tortuga: el río, los campos llenos de flores, las montañas, las casas a lo lejos… No podía imaginar que el mundo fuera tan grande.
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“Si mis compañeras vieran esto”, pensó sintiendo un poco de pena, pero ya nada de miedo porque todos los animales con los que se encontraba querían ayudarla a buscar a sus compañeras. Pensó también lo divertido que era ir encima de una lagartija que iba encima de una rana que iba encima de una tortuga. “Si me vieran aquí subida…”
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Al pasar por el camino encontraron una hilera de hormigas y la tortuga preguntó:
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- ¿Acaso estáis buscando a una de vuestras compañeras?
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- Sí, sí – contestaron llorosas -, se nos ha perdido hace un rato y no queremos volver a casa sin ella, la pobre estará muy asustada y… ¿Por qué llevas encima de tu caparazón a una rana? ¿Y por qué esta rana lleva encima una lagartija? ¿Y por qué esta lagartija lleva encima a una… ¡compañera!?
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No se podían creer lo que estaban viendo.
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- ¡Compañeras, os encontré! Gracias a estas amigas os he encontrado y además he conocido lo grande que es el mundo. Al principio sentía miedo, estaba asustada, creía que estaba sola, pero después la lagartija me ayudó, y la rana y la tortuga, que, como es muy sabia y tiene muy buena memoria, sabía dónde podíais estar.
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Primero se bajó de la tortuga la rana, luego la lagartija se bajó de la rana y, por último, la hormiguita se bajó de la lagartija.
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Las hormigas le explicaron lo importante que era no separarse del grupo para no perderse y dieron las gracias a los animales que la habían ayudado.
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Desde ese día la hormiguita camina cerca de sus compañeras, procura no despistarse para no perderse, pero, de vez en cuando, mira a su alrededor por si ve a alguna de sus amigas y la llevan a dar un paseo.
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UNA DE LAS MÁS BELLAS COMPENSACIONES
DE LA VIDA CONSISTE EN QUE NADIE
PUEDE TRATAR SINCERAMENTE DE
AYUDAR A OTRO SIN QUE SE AYUDE
A SÍ MISMO.
............................Ralph W. Emerson (1.803-1.882)
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