sábado, 19 de febrero de 2011

Investigación con animales.

Siempre nos han gustado los animales. Desde que éramos pequeños nos hemos sentido atraídos por estos seres que conviven con nosotros en este bello planeta azul porque también forman parte de él. Juntos hemos realizado un recorrido de millones de años de evolución en la que algunos han desaparecido por no tener una capacidad de adaptación adecuada, mientras que otros han adoptado formas físicas y modelos de adaptabilidad a determinados hábitats que les han permitido subsistir y, por tanto, seguir con su proceso evolutivo avanzando hacia un devenir desconocido. Tanto ellos, los animales, como nosotros, realizamos tres funciones esenciales que nos hacen diferenciarnos de lo inerte, de lo no biológico. La función de relación, la función de nutrición y la función de reproducción son las que nos hacen ser distintos, las que nos permite poseer ese bonito regalo misterioso de la Madre Naturaleza que es la VIDA.
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Nuestra relación con los animales, para bien o para mal, ha sido desde siempre. Gracias a ellos obtenemos productos que utilizamos para nuestra nutrición, para vestirnos, para decorar… También obtenemos notables beneficios si vivimos acompañados de uno de ellos. ¿Quién no ha tenido alguna vez una mascota en casa y ha disfrutado de esa agradable compañía? Pero también hemos utilizado a los animales con otros propósitos que, en cierto modo, aunque no muy claros, han permitido mejorar nuestras vidas.
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La ciencia ha utilizado y utiliza a los animales para realizar investigaciones en medicina, cosmética, alimentación, armamento, investigación espacial y otras muchas más disciplinas. Si bien es cierto que este tipo de investigaciones nos ha reportado muchos conocimientos y enormes avances para nuestro propio bienestar, no es menos cierto que ya es hora de dejar de utilizar a los animales en esas pruebas, primero, y fundamentalmente, por el daño que recibe el animal y, segundo, porque las pruebas realizadas no son concluyentes. Entonces, ¿por qué se sigue experimentado con animales? Es probable que las razones sean varias, como la del científico que quiere tener notoriedad y darse un poco de publicidad o justificar un presupuesto económico, todo eso cuando hay ingentes bases de datos de estudios realizados que no justifican ya el uso de animales. De hecho, la mayoría de los experimentos que se han realizado con animales de poco han servido para ser aplicados a nosotros, los humanos, porque nuestras condiciones biológicas no son iguales. Entonces, ¿hay alternativas o modelos de investigación que permitan no utilizar a los animales en pruebas que provocan excesivo sufrimiento a nuestros compañeros de viaje de este planeta?
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Sí, las hay. Son las denominadas pruebas in vitro que consisten en tomar muestras de tejido celular y realizar un estudio del comportamiento de la sustancia a investigar en las células. Así, se puede prescindir de un animal para investigar la toxicidad de un producto químico en el ojo, como por ejemplo, el champú o los jabones. Otro método es usar la informática haciendo modelos con software y estudiar ciertos comportamientos químicos. De hecho, en cardiología se estudian modelos de corazón informatizados que predicen cómo este órgano vital absorbe los medicamentos y los metaboliza. También hay laboratorios vivientes que son los hospitales y las clínicas. En estos lugares se hacen estudios epidemiológicos, análisis y patologías de enfermedades que determinan un mejor diagnóstico médico en las enfermedades humanas.
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Las pruebas o investigaciones in vitro tienen una gran ventaja sobre las pruebas tradicionales con los animales: son más efectivas, más rápidas, su coste económico es bajo y, lo que es más importante, permiten que los animales no sean sacrificados inútilmente evitándoles un sufrimiento inhumano. En el siglo XXI, y con los avances científicos de los que disponemos, las pruebas con animales deberían estar prohibidas de una vez para siempre. Es deseable que algunos laboratorios y centros de investigación vayan tomando nota sobre este asunto.
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LAS ATROCIDADES NO LO SON

MENOS SI OCURREN EN

LABORATORIOS Y SE LLAMAN

INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA

George Bernard Shaw, escritor (1.856-1.950)

jueves, 3 de febrero de 2011

Marcos y Moses.

Marcos nació en una familia de siete hermanos. Su madre tuvo un parto difícil, pero gracias a la ayuda médica nació sin ninguna tara. Moses también tiene siete hermanos. Durante el embarazo, su madre tuvo problemas y él nació con un pulmón oprimido que ahora le impide respirar con facilidad. Moses nació ayudado por su tía y su abuela, expertas ganaderas.
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Marcos disfruta de una alimentación sana y equilibrada. Come verduras, carne, pescado, hierro, fósforo, hidratos de carbono... A Moses se le cayeron dientes debido a la desnutrición.
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La comida preferida de Marcos es el pollo y el jamón serrano. Moses no lo ha probado nunca, pero seguro que le gustaría.
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Marcos tiene un abrigo de cuadros para los días de frío. Moses tiene más suerte, porque en su país casi nunca hace frío y no necesita ropa. Es una suerte doble, porque aunque la necesitara tampoco la tendría.
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Marcos sale de su casa para ir a jugar al parque y dar un paseo. Moses siempre está fuera de casa.
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Marcos no conoce a su padre y no sabe dónde está. Moses tampoco lo conoce, pero sabe que murió en la guerra, aunque no contra quién luchaba.
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Marcos no irá nunca al colegio ni aprenderá a leer. Moses tampoco.
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La esperanza de vida de Marcos es de unos 20 años. La de Moses es mayor, pero él quizá no llegue a cumplir los 20.
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Marcos es un setter irlandés. Moses, un niño africano.
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Carmen Posadas, escritora.


Si crees ciegamente en un ideal,
puedes creer un mal ideal.
Pon tu ideal a prueba y disfrútalo,
sólo tú sabrás si es bueno.