A los que ya no están.

Hoy es un día cualquiera, un día más en el calendario. Pero es un día que, para todos nosotros, puede significar algo especial, aunque no sea precisamente el día indicado para eso porque cada cual tiene su día señalado. Al margen de esto, el día de hoy nos hace recordar con añoranza, con sentimiento y, ¿por qué no?, con alegría a aquellos que hoy no están con nosotros. Quizá sea un capricho del calendario, un invento, una fecha, pero lo cierto es que todos recordamos a esas personas que, en un momento de nuestras vidas, nos enseñaron a caminar, nos abrazaron cuando necesitábamos comprensión, nos aconsejaron para resolver problemas, nos hicieron reír, nos hicieron llorar, nos dieron un beso para demostrarnos el cariño que nos tenían… ¡Son tantas las cosas que hicimos y compartimos juntos!
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Un día como hoy no es suficiente para recordar a esas personas de las que guardamos un grato y cariñoso recuerdo. Nuestra memoria, mediante una serie de reacciones químicas (al fin y al cabo, todos somos reacciones químicas), nos hacen aflorar en nuestro consciente aquellos momentos significativos que pasamos con los que no están y que jamás volverán. Sentimos extrañeza, sentimos nostalgia, sentimos…, sentimos que ya no están aquí con nosotros y nos emocionamos. ¡Los echamos tanto de menos! A veces nos preguntamos por qué no están hoy, pero la respuesta, aunque sea dolorosa, nos hace decir que el ciclo vital es inevitable, inmutable e incorruptible. Desgraciadamente, nada es para siempre.
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Sí, es para siempre. El recuerdo es para siempre. Nada ni nadie nos borrará de nuestra memoria ni de nuestro corazón la existencia de aquellos a quienes amamos con intensidad y con los que compartimos hermosos momentos de nuestra vida que, aunque frágil en el devenir del tiempo, permanecen perennes para siempre.
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A los que ya no están, a los que recordamos con todo nuestro cariño, gracias por haber estado aquí y compartir con nosotros una parte de nuestra vida.

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