jueves, 14 de abril de 2011

Buenos padres Vs padres brillantes.

Siete reglas para pasar de ser buenos padres para ser padres brillantes.


1. Los buenos padres dan regalos, mientras que los padres brillantes dan todo su ser. .

Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos: autoestima, protección emocional, capacidad de manejar la pérdida y la frustración, y de filtrar los estímulos estresantes, de dialogar, de escuchar. .


2. Los buenos padres alimentan el cuerpo, mientras que los padres brillantes alimentan la personalidad.

Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos: seguridad, capacidad de liderazgo, de reflexi6n, coraje, optimismo, la superación del temor y la prevención de conflictos.


3. Los buenos padres corrigen los errores, mientras que los padres brillantes enseñan a pensar.

Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos: conciencia crítica, capacidad de pensar antes de reaccionar; fidelidad, honestidad, capacidad de cuestionar y responsabilidad social.


4. Los buenos padres preparan a sus hijos para el aplauso, mientras que los padres brillantes los preparan para el fracaso.

Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos: motivación, audacia, paciencia, determinación, capacidad de sobreponerse y la habilidad de crear y tomar ventaja de las oportunidades.


5. Los buenos padres hablan, mientras que los padres brillantes dialogan como amigos.

Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos: solidaridad, compañerismo, placer de vivir, optimismo e inteligencia interpersonal.


6. Los buenos padres dan información, mientras que los padres brillantes cuentan historias.

Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos: creatividad, inventiva, astucia, razonamiento esquemático y capacidad para encontrar soluciones en situaciones tensas.


7. Los buenos padres dan oportunidades, mientras que los padres brillantes nunca se rinden.

Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos: respeto por la vida, esperanza, perseverancia, motivación, determinación y capacidad de cuestionarse a si mismos, de superar los obstáculos y fracasos.


Los niños no necesitan padres gigantescos, sino seres humanos que hablen su lenguaje y que sean capaces de penetrar en sus corazones.


Extracto del libro “Padres brillantes, maestros fascinantes”.

Autor: Augusto Cury.

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